“Mira, te voy a decir la verdad, voy a contarte esto a ti, pero que no me fuñan más con el mismo tema. Todo el mundo ‘cantaleteando’ lo mismo, que soy una ‘mata marido’, ‘viuda negra’, que si esto, que si aquello… Me tienen loca con eso”. Con esta sentencia, casi de “muerte”, habló con reporteros de LISTÍN DIARIO, una señora que, con 57 años de vida, ya ha enviudado cinco veces.
“No, señora, no se le quiere importunar. Si no desea contar su historia, no hay problema”. Esto se le dijo de manera muy suave para que no se sintiera abrumada con el tema. “No, ya yo dije que iba a hablar contigo, y lo voy a hacer”. Es determinada. “¡Pasen!”. Invitó al equipo a entrar a su casa. En ella vivió con su último esposo. Se sentó en una silla del comedor, y señaló los muebles para que se sentara el resto. “Yo me he casado cinco veces, y los cinco maridos se me murieron”. Al dar esta información, se tapa la cara y fue posible ver que estaba llorando.
“Yo tengo 57 años y parezco de 70 o de 80. Me he pasado casi toda la vida sufriendo porque no he podido conservar ni un solo esposo. Yo creo que en el mundo hay poca gente que haya enviudado cinco veces como yo”. Esta parte, aunque dolorosa, la cuenta como si se sintiera un “fenómeno”. Bueno, tal vez lo es. Su vecina, quien se acercó a la puerta para ver la entrevista, dijo casi entre risas: “Ella se pone guapa cuando le dicen que ‘mata marido’, pero por cosas de la vida, se le mueren. No creo que se vuelva a casar, ella misma dice que los hombres le tienen miedo”. Mientras la mujer hablaba, la protagonista de esta historia lo confirmaba diciendo que sí con la cabeza.
“No es algo que yo controlo”
La señora que protagoniza esta historia y que pidió no dar su nombre da cuenta de que los hombres le han cogido miedo porque los esposos que ha tenido han fallecido. “Yo haría lo mismo, no le haría caso a un hombre que haya enviudado tantas veces. A mí lo que me molesta es que relajen con algo tan serio. No es algo que yo controlo”. Es contundente al decir esto.
Arreglándose el cuello de su blusa gris y luego acomodándose sus diminutos aretes detalla el motivo del fallecimiento de los esposos que tuvo. El primero murió en un accidente, el segundo tenía cáncer, al tercero le dio un infarto, el cuarto sufría de diabetes y al último, lo mataron.
Enumerar estos sucesos la pone triste y, para sacarla de ese momento se le preguntó: ¿Y cuál de ellos fue que más amó? Se sonrió e hizo una mueca típica del dominicano con la boca, al que se le llama ‘chuipi’. De hecho, es un término que ya está en el diccionario y hace alusión a que es de aquí.
“Bueno, la primera vez me casé creyendo que estaba enamorada, después me di cuenta que no, que era empeñada en ser la esposa de ese muchacho porque había otras mujeres interesadas en él. Duramos 11 años casados, tuvimos dos hijas. Él murió cuando ellas tenían ocho y seis años”. A los dos años, volvió a casarse porque no tenía quien la ayudara con sus niñas. A partir de ahí, el sufrimiento de esta mujer ha sido largo.
Motivo del homicidio
El tocar el tema de su último esposo, a quien dice “me lo mataron”, permitió que se le preguntara sobre los hechos de la trágica muerte. “Oh, él estaba en un barcito que había cerca de la casa, se armaron de pleitos unos hombres que estaban discutiendo por una mujer, y el tiro se le pegó al marido mío, ya cuando iba saliendo para no encontrarse en problemas”. Dice unas cuantas malas palabras refiriéndose a la persona que disparó, y se pronuncia: “Eso sí, que si no lo hubiesen metido preso, lo acabo yo con mis propias manos”. Su actitud deja claro que, con el amor que sentía por su quinto esposo, daba para eso y más.
No quería casarse con su quinta pareja por miedo a que muriera
AA los 17 fue que la dueña de esta historia se ‘casó’ por primera vez. Tenía 28 años cuando murió su esposo. A los 30 fue su segundo matrimonio, y con éste solo duró cuatro años y medio. “Nunca supe que él tenía cáncer, era un señor mucho mayor que yo y no tuvimos hijos”. Comenta sobre esta experiencia. A los 35 años se juntó con un policía “y jovencito le dio un infarto”. Con este solo duró dos años y un mes y procreó un varón. Esperó un buen tiempo para volver a tener pareja. “Ya yo estaba asustada. Llevaba tres en la costilla”. Lo dice de forma jocosa, pero con rostro triste.
A los 41, ya mudada en un pueblo lejano del país, consigue “a un buen hombre. Yo era una mujer aparente y por eso era que con todo y el expediente que tenía, de viuda, conseguía marido”. Al mencionar esta parte, se le cuestiona sobre si solo la apariencia es que puede llamar la atención de un hombre. Su respuesta fue corta, pero inteligente: “En mi caso sí, porque yo ni de letra sabía”. Fue cuanto.
Se mudó con esa persona y duraron alrededor de cinco años. “Cuando teníamos como dos, se enfermó de azúcar. Eso lo mató porque él nunca llevó dieta ni nada, y le gustaba beber. Murió de menos de 60 años, joven estaba”. A los 48 años, habiendo pasado un buen tiempo de estar sola, decide volver a intentar tener otra pareja. “Y de ese fue que me ‘asfixié’. Fue el único con el que me casé de verdad, por la ley. Yo sí quise a ese hombre, pero me lo mataron cuando teníamos casi cuatro años juntos”. En esta ocasión lloró como si se acabara de enterar de la noticia.
Al reponerse responde a la pregunta que se le hizo sobre cuántos hijos tuvo. “Tuve cuatro, dos del primer matrimonio, uno del policía y uno del último, del que mataron. Ese tiene nueve años”. Vuelve a llorar, pero con menos intensidad y con evidentes deseos de hacer silencio, de que la dejen tranquila. Se nota que, realmente, ese fue su gran amor.
Siempre con la verdad
Había que esperar un ratito a ver si se animaba a hablar sobre cómo tomaban los siguientes esposos la noticia de que el anterior había fallecido. Afortunadamente, aceptó responder, no sin antes ir a la cocina por un vaso de agua. Cuando regresa dice: “Espérate, deja decirte esto primero. Ese último marido tenía dos hijos que no eran míos y me quieren como si yo fuera su mamá, y los míos lo querían a él también como a un padre, era una bella persona”.
Quería dejar por sentada esta bonita relación, y se le permitió. De inmediato comentó: “Yo siempre he sido una mujer que dice la verdad, con eso no relajo. Desde que me veía que la cosa iba en serio, le decía: ‘Mira, yo soy viuda’, y le decía de cuántos, ya ellos sabían a lo que se atenían. Es más, la familia del tercero nunca quiso saber de mí, siempre le hablaban al marido mío de que yo era una viuda negra, que esto y que lo otro”. Después que él murió, hasta la sometieron a la justicia, dizque porque ella lo envenenó. La autopsia reveló que fue un infarto.
A su último esposo hasta le dijo que no se casara con ella para que no se muriera. “Él no me hizo caso, siempre decía que si se moría no era por mi culpa, sino porque le llegó la hora. Y mira cómo es la vida, se la quitó otro”. Se lamenta y se pasa las manos por los ojos.
Concluye con una frase: “No creo que haya una persona que desee enviudar, y menos cuando no hay herencia. Todos con los que me casé estaban pelados. Eso sí, nunca me dieron golpe ni me maltrataron, y esa era mi mayor riqueza”.
Cuarto matrimonio
Otro inconveniente que vivió fue en su cuarto matrimonio. “Aunque en esa comunidad no me conocían bien, y nadie sabía que había enviudado tantas veces, siempre aparecen unos ‘entremetíos’ que meten la cuchara. A la mamá le dijeron que yo no lo atendía él teniendo diabetes, pero qué podía hacer yo, si él no se dejaba ayudar, comía dulce, bebía, y hacía muchísimos desarreglos”. Se defiende de lo que en aquel momento la tenía en boca de todos.