Las dominicanas valientes y luchadoras emergen en cualquier territorio y el Día Internacional de la Mujer, en Estados Unidos, se graduó una con solo 10 meses de nacida.
Esta graduación es de vida. Anelys Beras, de ser una bebé “extremadamente prematura”, que nació a las 22 semanas y seis días de gestación (cuatro meses y tres semanas), y permaneció ocho meses entubada, ya está en casa de sus padres junto a sus dos hermanitas.
El día que simboliza la lucha de la mujer por sus reivindicaciones en el mundo (8 de marzo), fue el escogido en el Children´s National Hospital, en Washington, para darle el alta médica a Anelys.
Salió literalmente graduada, con toga y birrete amarillo, en un carrito de bebé decorado por sus enfermeras, esas que cuidaban de ella junto a su madre en el hospital y que todos los meses le celebraban la vida y fotografiaban.
“Ella nació del tamaño de una zanahoria con un peso de una libra y tres onzas, muy frágil con la piel de un rojo transparente”, cuenta su madre Odessa Bernal-Beras. Ahora pesa 15 libras, sonríe y está aprendiendo cosas nuevas.
El 20 de abril de 2022 fue que Odessa dio a luz en el Holy Cross Hospital de Maryland, donde tenían varias semanas hospitalizadas. Junto a su esposo Aneurys Beras, ambos dominicanos residentes en Maryland, libraron esa batalla con su pequeña.
En ese hospital, la bebé permaneció cinco semanas, en una cuna que simulaba el vientre materno, mientras un equipo médico hizo todo para mantenerla con vida.
Transcurrido ese tiempo, Anelys fue llevada a Children´s National Hospital en Washignton D. C. con problemas intestinales. Fue intervenida tres veces de los intestinos y dos de los ojos. El testimonio de la madre indica que tras la última cirugía, la pequeña duró dos meses sedada por la hinchazón. Pero la pesadilla comenzó a desaparecer en diciembre pasado cuando ya respiraba sin aparatos, solo con oxígeno, del que aún le suministran en muy baja dosisy podrían retirárselo próximamente.
Apoyo de un buen sistema de salud y su trabajo
Durante las seis semanas de licencia posnatal, Odessa permanecía hasta 18 horas al lado de su bebé y ya cuando se integró a sus labores, que es en el hospital que estaba ingresada su hija, le permitieron el teletrabajo.
Dice que trabajaba con su computadora al lado de la niña.
Para alimentarla, se extraía leche cada tres horas, la cual almacenaban en un banco de leche. En diciembre pasado una intervención quirúrgica de emergencia le impidió seguir ordeñándose, pero aún tiene en reservas y así se alimenta la pequeña Anelys. Si hubiera nacido a las 39 semanas, en la actualidad tendrìa siete meses, por lo que los médicos entienden que ahora su comportamiento es de esa edad, aproximadamente. “Ella ya está probando compotas y otros alimentos. Hace esfuerzos por levantar el pecho”, dice Odessa, quien está confiada en Dios que su niña seguirá avanzando y tendrá un crecimiento normal.
Las enfermeras
Las enfermeras de Anelys le compraban ropa siempre y, para la salida del hospital, decoraron la habitación en la casa, le obsequiaron los bultos y todo lo que la bebé usará en lo adelante.
Mientras que el hospital le gestionó un seguro para que una enfermera asista a la madre en las noches.
El milagro de vida de Anelys se conjuga en el favor de Dios, la humanización de un personal de salud, la tecnología de un hospital infantil especializado y unos padres que no se dieron por vencidos al ver la gallardía de una prematura de una libra que luchaba por vivir.
A esto se suman que, las niñas prematuras tienen una tasa de supervivencia más alta que los niños prematuros, según distintos estudios.