Por José María León Cabrera y
QUITO, Ecuador —Guayaquil, la capital económica de Ecuador, ha sido el escenario del brote más agresivo de coronavirus en Latinoamérica, lo que ha abrumado a sus hospitales y sistema funerario y dejado a los cadáveres en las calles.
Ahora que las autoridades empiezan a lidiar con la dimensión de la crisis, hay motivos para pensar que la cifra de fallecimientos para la provincia que incluye a Guayaquil equivale a muchas veces la cifra oficial del gobierno, que da cuenta de 173 muertos. Los números están sesgados puesto que solo aquellos que dan positivo en la prueba —vivos o muertos— son contabilizados como víctimas de coronavirus.
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La ciudad portuaria habitualmente bulliciosa de aproximadamente tres millones de habitantes registró unas 1500 muertes más en marzo que en el mismo mes de 2019, dijo en una entrevista el 13 de abril Cynthia Viteri, la alcaldesa de Guayaquil.
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La creciente mortalidad ofrece un vistazo a los costos totales del virus y subraya tanto las dificultades del despistaje limitado como el agobio que representa para un sistema de salud sobrecargado, dijo Viteri.
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“No solo se mueren de COVID”, dijo, en referencia a la enfermedad causada por el virus. “La gente con diabetes, hipertensión, afección cardiaca está muriendo por falta de atención médica, porque los hospitales están saturados con los enfermos graves, porque no hay lugar donde las mujeres puedan dar a luz sin infectarse”.
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El virus ha aturdido al centro de actividad comercial de Ecuador y ha dejado a las autoridades en dificultades para lidiar con los cuerpos de los fallecidos.
En las últimas dos semanas, el equipo de emergencia del gobierno ha recolectado o autorizado el entierro de casi 1900 cuerpos en los hospitales y hogares de Guayaquil. La cifra es cinco veces más alta que la habitual, según el gobierno de Ecuador.
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Para combatir la propagación del virus, la ciudad ha impuesto algunas de las medidas de cuarentena más estrictas de América Latina.
El martes las fuerzas de seguridad empezaron a acordonar los sitios de contagio por hasta tres días mientras que paramédicos iban de casa en casa en busca de casos en potencia y trabajadores sanitarios desinfectaban los espacios públicos.
Viteri, la alcaldesa, dijo que el movimiento de y hacia los barrios más afectados, ubicados sobre todo en la periferia, quedarían completamente aislados. Las autoridades de la ciudad proveerán a los vecinos con alimentos mientras dura el operativo.
Hasta ahora, el respeto a las medidas de aislamiento en Guayaquil ha sido irregular porque muchos de los habitantes más pobres siguen yendo a trabajar o a buscar comida.
“La situación no es grave, es extremadamente grave”, dijo Viteri. “Y aún no hemos llegado a un pico de infección en Guayaquil”.
Viteri dijo que tuvo que recurrir a medidas duras de aislamiento y a chequeos casa por casa debido a la severa escasez de kits de prueba y otros materiales médicos.